Emancipación (a los cuatro meses)
Acabo de advertir la mayor fatalidad a la que cualquier padre debe someterse: la emancipación de su hijo. Ya sé...
En ese momento la vida me quitó una función más de padre. De por sí han sido limitadas (en comparación con mamá, quien se muestra tan oronda cuando llega a casa y sabe que tienes hambre): despojarme de una más, fue algo cruel.
Pero sin duda el mayor avance a tu emancipación es girar tu cuerpo, levantar la cabeza y avanzar unos centímetros en pos de un juguete o del celular que graba cada detalle nuevo (la congoja no me permitió subir uno de los tantos videos que prueban esto que digo). Ese movimiento que parece simple, augura la acción primero de gatear, ponerte de pie después y caminar y correr tan lejos y rápido como tu cuerpo lo permita.
[Edna Moda]
que apenas tienes cuatro meses, hijo mío, y que me estoy adelantando un poco, pero el tiempo vuela y desde ahora veo cómo las cosas que aprendes serán argumento para tu partida. Me explico.
A la avanzada edad de mes y medio, pronunciaste tu primera palabra: “agua”. Los escépticos dirán que es imposible que un bebé de mes y medio pueda decir tal cosa. Aquí una de las tantas pruebas que atesoro en mi celular:
[Ennio dice "agua"]
Tu léxico cuenta ya con un sinfín de sonidos (que los adultos no comprendemos a cabalidad) y cuatro palabras: “Agua”, “Hugo”, “Mamá” y “Hola” (esta última con algunas dificultades por la consonante lateral alveolar). Parece algo escueto, pero es el principio de lo inevitable. Pronto brotarán de tu boca sonidos de animales, imitarás expresiones que quizá no entiendas bien a bien, hasta que un día (por lo visto no muy lejano), aparecerá esa terrorífica expresión que es individualidad y principio de independencia: Yo. Yo lo hago, yo puedo, yo solo…
[Severus Snape]
Presencié un ejemplo más de tu emancipación cuando tomaste tu biberón, primero de forma titubeante con una mano, después con ambas.
[Luke Skywalker]
En ese momento la vida me quitó una función más de padre. De por sí han sido limitadas (en comparación con mamá, quien se muestra tan oronda cuando llega a casa y sabe que tienes hambre): despojarme de una más, fue algo cruel.
A este ritmo, veo a la vuelta de la esquina cómo me pides que te suelte mientras pedaleas la bicicleta o que no precisas de mi mano al cruzar la calle. “¡Pero si apenas ayer tenía cuatro meses!”, diré con algo de pesar.
[Apu Nahasapeemapetilon]
Pero sin duda el mayor avance a tu emancipación es girar tu cuerpo, levantar la cabeza y avanzar unos centímetros en pos de un juguete o del celular que graba cada detalle nuevo (la congoja no me permitió subir uno de los tantos videos que prueban esto que digo). Ese movimiento que parece simple, augura la acción primero de gatear, ponerte de pie después y caminar y correr tan lejos y rápido como tu cuerpo lo permita.
Con la ayuda de las palabras, con las que esgrimirás razones sobre buscar tus sueños y deseos; con la confianza de valerte por ti mismo, pues podrás trabajar con tus propias manos, y con la posibilidad de caminar, la distancia entre tú y yo será inevitable.
Algo, sin embargo, puedo hacer ante esta sensación de abismo, que de alguna manera es orgullo y tristeza: guardar bajo llave los recuerdos más preciados a tu lado y compartir de la mejor manera el tiempo contigo.
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