Los números según Ennio
La mañana del sábado 15 de agosto, mientras tomábamos el desayuno, tu mamá y yo descubrimos que nombrabas (el verbo parece excesivo, pero no lo es para tu año y medio de vida) los números del 1 al 5 con sonidos y gestos propios. Habíamos escuchado esos sonidos anteriormente, pero hasta entonces supimos con certeza que se referían a los números.
El descubrimiento me maravilló sobremanera. No se trataba de la “memorización” o de una “respuesta repetida” a una frase o expresión que previamente nosotros te habíamos enseñado. Ese tipo de “correspondencias” las hemos grabado infinidad de veces (y no sólo con los números). Aquí los más recientes:
(13 de agosto)
(16 de agosto)
Lo que advertimos era diferente: asociaste un sonido o gesto, “creado” por ti, a cada número del 1 al 5, quizá con base en lo que habías escuchado hasta entonces. Aquí el video de la mañana del 15 de agosto:
Quisimos corroborar nuestra apreciación y encontramos un video que mamá grabó el 12 de agosto igualmente en la mañana:
Cada sonido o gesto, en sentido estricto, quizá no sea una palabra, o no al menos como la concebimos. Se trata, eso sí, de un sonido o gesto que corresponde única y exclusivamente a un número entre el 1 y el 5.
Número 1:
Número 2:
Número 4:
Número 2, 3, 4, 5:
Dicho en términos lingüísticos (y espero no equivocarme): “creaste” un significado para un significante. Escribo “creaste”, porque se trata de sonidos o gestos que nadie te enseñó, o no al menos de forma consciente e intencionada. Podríamos decir incluso que “inventaste” un signo lingüístico primigenio (escribo primigenio, porque tu significado está compuesto por un gesto o un solo fonema). Insisto: para tu año y medio de vida, no está nada mal.
(Ennio con uno de sus números favoritos. Un día encontramos en la habitación los tres cuatros que tenemos. Los había llevado durante el día.]
Quizá con el tiempo olvides o “desaprendas” este pequeño código lingüístico que tú mismo has diseñado. Venir a este mundo es también “asimilar” sus palabras. “Los límites de mi lenguaje significan los límites de mi mundo”, ha dicho Wittgenstein. Tarde o temprano adquirirás los límites que nosotros mismos como padres te heredaremos. Espero, sin embargo, que nuestros límites sean mero pretexto para que forjes los propios y, de ser posible, que sean de mayor alcance que los nuestros. Mientras tanto, mamá y yo queremos decirte que estamos orgullosos de tener un hijo como tú (sin importar que los números sean de tu agrado o no en un futuro) y que estamos muy felices de haber descubierto un pequeño recoveco de tu mundo, que suele ser más grande de lo que pensamos.
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