Familia
Hijo mío,
mi hermana, tu tía, me había pedido desde hace semanas que te hablara de la familia. Me lo pidió en un pequeño pueblo de Tlaxcala, donde nació y murió tu abuelo, mi padre, enterrado en la misma tumba de su madre, mi abuela, tu bisabuela. En ese pueblo también nació tu bisabuelo, quien acaba de cumplir cien años, ¿lo puedes creer? Ahora que lo pienso, la historia de mi familia, ahora tu familia, empieza con ellos, acaso porque mi memoria no puede hurgar con más profundidad el pasado.
Como yo, tu madre tiene recuerdos sobre sus abuelos. El papá de su mamá, es decir, tu bisabuelo, murió antes de que tu madre naciera. El lazo que parecía imposible, aunque no lo creas, resultó evidente con los años. Por su profesión, tu bisabuelo conservó una caja entomológica, es decir, una caja llena de bichos. Esa caja, que tu madre aún conserva gracias a tu abuelita, era apenas el anuncio del gusto de tu madre por esas criaturas (ya pronto lo verás). Por si esto fuera poco, el primer viaje al extranjero que hicimos tu madre y yo fue a Costa Rica, un país que tu bisabuelo también había visitado. ¿De dónde surgieron esas coincidencias? Sólo puedo responder que se trata del lazo familiar.
¿Qué es, entonces, la familia? Desde cierta perspectiva, creo que es el principio de la supervivencia. La familia te regala una serie de rasgos, condiciones e incluso limitaciones que, a lo largo de la vida, debes desarrollar o superar. Es protección,
cariño,
soporte,
enseñanza;
aunque también palabra sincera, regaño, límite. Es un vínculo del que difícilmente puedes librarte, porque lo llevas de algún modo contigo. Los cabellos lacios o chinos, los ojos grandes o pequeños que podrían parecer únicos, incluso las palabras, son ya una huella del pasado. La familia es el recordatorio vívido de los tiempos que fueron.
En medio de esto, hay algo que me sorprende aún más: la posibilidad de que los individuos suspendan su idea de individualidad, en otras palabras, el impulso que los lleva a compartir cosas que, con el tiempo, pueden perderse u olvidarse, que los mueve a otras partes del mundo, a renunciar a un poco de su yo y aceptar un poco de otro yo. Ese impulso es el mismo que nos asegura que somos un eslabón de una larga serie, cuyo principio y desenlace aún desconocemos, y que se ramifica tanto como la imaginación.
mi hermana, tu tía, me había pedido desde hace semanas que te hablara de la familia. Me lo pidió en un pequeño pueblo de Tlaxcala, donde nació y murió tu abuelo, mi padre, enterrado en la misma tumba de su madre, mi abuela, tu bisabuela. En ese pueblo también nació tu bisabuelo, quien acaba de cumplir cien años, ¿lo puedes creer? Ahora que lo pienso, la historia de mi familia, ahora tu familia, empieza con ellos, acaso porque mi memoria no puede hurgar con más profundidad el pasado.
Como yo, tu madre tiene recuerdos sobre sus abuelos. El papá de su mamá, es decir, tu bisabuelo, murió antes de que tu madre naciera. El lazo que parecía imposible, aunque no lo creas, resultó evidente con los años. Por su profesión, tu bisabuelo conservó una caja entomológica, es decir, una caja llena de bichos. Esa caja, que tu madre aún conserva gracias a tu abuelita, era apenas el anuncio del gusto de tu madre por esas criaturas (ya pronto lo verás). Por si esto fuera poco, el primer viaje al extranjero que hicimos tu madre y yo fue a Costa Rica, un país que tu bisabuelo también había visitado. ¿De dónde surgieron esas coincidencias? Sólo puedo responder que se trata del lazo familiar.
¿Qué es, entonces, la familia? Desde cierta perspectiva, creo que es el principio de la supervivencia. La familia te regala una serie de rasgos, condiciones e incluso limitaciones que, a lo largo de la vida, debes desarrollar o superar. Es protección,
cariño,
soporte,
enseñanza;
aunque también palabra sincera, regaño, límite. Es un vínculo del que difícilmente puedes librarte, porque lo llevas de algún modo contigo. Los cabellos lacios o chinos, los ojos grandes o pequeños que podrían parecer únicos, incluso las palabras, son ya una huella del pasado. La familia es el recordatorio vívido de los tiempos que fueron.
En medio de esto, hay algo que me sorprende aún más: la posibilidad de que los individuos suspendan su idea de individualidad, en otras palabras, el impulso que los lleva a compartir cosas que, con el tiempo, pueden perderse u olvidarse, que los mueve a otras partes del mundo, a renunciar a un poco de su yo y aceptar un poco de otro yo. Ese impulso es el mismo que nos asegura que somos un eslabón de una larga serie, cuyo principio y desenlace aún desconocemos, y que se ramifica tanto como la imaginación.
En la familia encontrarás músicos, dibujantes, intelectuales, deportistas, uno que otro destrampado, muchos simpáticos,
algunos serios,
gorditos,
flaquitos, héroes, trabajadores, ociosos, greñudos, ricachones, humildes, solitarios, de a montones,
consentidos, consentidores, liberales, aprehensivos, distantes, cercanos; todos ellos ya son tu familia. Tú serás pronto coronación de la serie, como lo fue cada uno en su momento, y con el tiempo, eslabón de algo que rebasa cualquier visión de futuro.
algunos serios,
gorditos,
flaquitos, héroes, trabajadores, ociosos, greñudos, ricachones, humildes, solitarios, de a montones,
consentidos, consentidores, liberales, aprehensivos, distantes, cercanos; todos ellos ya son tu familia. Tú serás pronto coronación de la serie, como lo fue cada uno en su momento, y con el tiempo, eslabón de algo que rebasa cualquier visión de futuro.
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